Con un calor anormal en pleno invierno, la madrileña zona de Tribunal gozaba de una actividad masiva propia de un día de concierto. Con una cola que rodeaba la fachada de la sala But y cientos de adolescentes que portaban camisetas y sudaderas de los cabezas de cartel en los aledaños, se presentaba la segunda jornada del Route Resurrection en la capital.
Las puertas se abrieron poco después de las siete de la tarde, escasos minutos que crearon la impaciencia y confusión de los meet & greet, que esperaban entre la prensa y las masas que ocupaban la calle. Una vez dentro no tardaron en inundarse los primeros metros de pista adyacentes al escenario a la espera del comienzo del show. Una espera que fue amenizada por los propios asistentes que, en medio del bullicio que originaban cuando el pipa aparecía para ajustar los instrumentos, no dudaron en cantar el cumpleaños feliz (varias veces) o el tema principal de Doraemon mientras el Light Jockey jugaba con las luces frontales para que se mantuviera el ánimo jocoso cual excursión de instituto.
Con tremenda puntualidad, los británicos Silent Screams suben al escenario con un público enfervorecido por la impaciencia más que por la espera, ya que los horarios se irían sucediendo dentro de lo establecido durante toda la noche. El tema que abre es “Everithing Overcome”, con Adam Mallabone muy enérgico a las baquetas de principio a fin.
El grupo salta muy entregado desde el comienzo, alzando las manos y pidiendo un wall of death con bastante éxito, pese a estar todos abajo más apretados que una lata de sardinas. Joel Heywood se atreve a saltar a la pista bajo la atenta mirada del pipa, asomado en el borde del escenario y que le va cediendo metros de cable para que llegue con micro al centro de la sala, allí sigue repartiendo guturales con los valientes que permanecen dentro del círculo de la muerte. Con “Eighty Six” demuestran tanto la caña que pueden ofrecer en directo como del dinámico registro vocal de Heywood, combinando guturales y melódicos casi en la misma estrofa, lo que hace de Silent Screams una potente banda dentro del panorama metalcore.
Ozzi Osman, Sam Varney (a las guitarras) y Mikey Scrivens (al bajo y roles vocales durante los coros) se muestran muy activos con sus headbanging a la vez que tocan y se reparten como pueden por el escenario debido al poco espacio del que disponen (respetando la ubicación y por delante de la batería principal). Salvo Ozzi, que permanece en su sitio, el resto se mueven de un lado a otro y los asistentes responden de la misma manera con menos espacio todavía pero saltando sin parar. De entre los temas provenientes de When it Rains (2011) y Hope for Now (2014), el single “The Way We Were” fue de las más aplaudidas gracias a la variedad de registros vocales y sus melódicos riffs, aparte también de ser uno de los vídeos más visualizados en su canal de Youtube.
Apenas media hora de concierto que se antoja breve para la tremenda caña que han repartido los de Coventry con su metalcore. No dudamos en que gozarán de mayor protagonismo en un futuro no muy lejano, mientras tienen tiempo de ampliar su repertorio discográfico.
SETLIST: 1. EVERYTHING OVERCOME ★ 2. DESPERATION ★ 3. EIGHTY SIX ★ 4. 'TIL THERE'S NOTHING LEFT ★ 5. THE WAY WE WERE ★ 6. LOVE//LESS
Es turno para la banda procedente de Phoenix, Arizona: The Word Alive, dentro del horario estipulado, aparecen con una acogida más discreta que sus antecesores británicos —debido en buena parte al derroche del público, agotado por el ansia inicial— pero no por ello exentos de espectáculo.
Los primeros acordes de “Dragon Spell” y su tónica melódica prevén una actuación más sosegada y menos frenética en su comienzo, aunque no carente de contundencia. El recién incorporado Matt Horn, a la batería (tras la salida de Luke Holland a finales de 2016), proporciona las bases para que el resto de integrantes muestren su buen hacer a las cuerdas vocales y metálicas.
Llama la atención que su guitarrista principal, Zack Hansen, vaya con el brazo derecho escayolado pero eso no le impide tocar con casi absoluta normalidad, dejando volar sus elegantes riffs durante la atronadora batería, marcarse más de un solo, mostrar su expresividad con muecas imposibles y hasta saludar chocando el puño con el público, aunque en slow motion, para no causar estragos.
Tony Pizzuti cambia la guitarra varias veces, empieza con una verde y termina con otra rosa durante buena parte del concierto. Ataviado con su inseparable gorra el más saltimbanqui del quinteto, cual Flea en RHCP, abriéndose de piernas en el aire mientras no para de tocar, o “matando cucarachas” sobre el suelo a la vez que marca el ritmo.
Tyler "Telle" Smith, al micro, estuvo sublime en todo momento, ofreciendo largos tonos melódicos que complementaba con elegancia la música de sus compañeros. Interactuaba con las primeras filas, se arrodillaba ante ellos y hasta tomó prestada la GoPro de un fan para continuar grabando desde el escenario a sus compañeros, quienes saludaban a la cámara haciendo muecas, antes de devolvérsela a su dueño.
La intensidad durante la actuación va de menos a más, destacando los guturales de Hansen durante la traca final, acompañando con gran portento los vocales de Telle. Daniel Shapiro, espléndido al bajo, tampoco pasó desapercibido, formando tándem con Hansen, arrodillándose en el suelo… Incluso abandonó su posición en las últimas canciones, primero para subirse encima del bombo de la batería —para sorpresa de todos— y visitar indefinidamente a Pizzuti, advirtiéndole de su presencia con un cabezazo por la espalda, lo que provoca las carcajadas de los testigos y de ellos mismos, muy compenetrados compartiendo micro en los coros mientras siguen tocando.
Apenas tuvieron tiempo para rescatar temas de Life Cycles (2012), Deciver (2010) o el más reciente Dark Matter (2016) —echando en falta Real (2014), de igual modo que presentaron sus últimos singles: “Overdose” y la recién salida del horno “Misery”, con toda la gente levantando y moviendo los brazos a la par en el tramo musical más melódico junto con “Made This Way”.
En mitad de “Life Cycles”, Telle se precipita sobre la multitud (como ocurre en el videoclip) consiguiendo flotar aunque, en lugar de navegar entre el mar de brazos, la marea lo devuelve inmediatamente al escenario en una falta de coordinación de la juventud que lo sostenía, llegando a pisar accidentalmente a una chica que ocupaba la primera fila con quien se disculpó al terminar la canción, obsequiándola a ella y a su acompañante con púa, setlist y baqueta de Horn incluida, pack completo para que recordase con cariño aquel doloroso momento.
Poco antes de terminar provocan el segundo wall of death, momentos después de amansar a la multitud, donde consiguen agachar a la muchedumbre hasta el suelo durante prácticamente un minuto —cual efecto “Follow the Leader”— mientras suenan los primeros acordes del “For Those About to Rock (We Salute You)” de AC-DC, de fondo. Éste fue sin duda uno de los momentos de la noche.
Ocho temas en apenas 40 minutos que han vuelto a quedarse cortos después de semejante recital de los americanos.
SETLIST: 1. DRAGON SPELL ★ 2. 2012 ★ 3. MADE THIS WAY ★ 4. MISERY ★ 5. ENTIRETY ★ 6. LIFE CYCLES ★ 7. OVERDOSE ★ 8. TRAPPED
Cumpliendo unos horarios poco habituales cuando se trata de varias bandas seguidas y tras unos minutos de rigor para retirar la batería que ocupaba la zona frontal, el público, con las pilas recargadas durante el segundo acto —donde se dedicaron más a escuchar y obedecer más que a empujarse mutuamente— desata toda la furia contenida cuando aparecen, uno por uno, los miembros de Asking Alexandria ante gritos, aplausos, silbidos y gente abrazando alocadamente al ocupante de enfrente de la emoción.
La banda de York arrancó dando la bienvenida con “Welcome”, aunque con mucha menos energía por su parte de la acontecida hasta el momento, lo cual no impide que los fans aporten dicha intensidad durante los primeros temas. Sobre el escenario se muestran con diferencia como los más tranquilos de las tres formaciones, pero eso no parece importarle al público, se podría decir que ‘tienen el bolo hecho’ desde el comienzo mientras se dediquen a tocar, cantar y arrimarse a sus fieles.
De esta manera se suceden “Dear Insanity” y “To The Stage” de forma muy monótona, con todos y cada uno de ellos manteniendo su posición a los extremos del proscenio, evitando el centro y a los fotógrafos allí apostados durante casi tres horas, únicamente el bajista Sam Bettley se atreve a ocupar la zona central mientras sus compañeros la franqueaban para llegar al extremo opuesto y quedarse allí a vivir. Con esto lo que consiguieron era estorbarse ya que ocupando el mismo metro cuadrado desprendían accidentalmente el micrófono del pie, tirándolo al suelo, dejando a los guitarras sin realizar los coros salvo que el propio vocalista ceda el suyo amablemente durante los coros hasta que reaccionó un pipa y volvió a colocarlo, todo entre las risas de Cameron Liddell, que ya no sabía ni dónde ponerse viendo el percal.
Después de cinco canciones prácticamente seguidas llegó el tremendo solo de batería de James Cassells, muy correcto durante todo el concierto, espectacularmente ambientado con el juego de luces y sonido que dispone y ofrece la sala But. Tras esto, Danny Worsnop, el hijo pródigo que regresó a casa por Navidad en la presente gira, tras la estancia en su lugar de Denis Stoff —de quien por cierto no se rescató ningún tema de The Black, disco que éste grabó con la banda en 2016— ahora sin las gafas de sol ni la chupa de cuero roja con la que salió a escena, entona voz Gospel a capella mientras se adjudica y toca la guitarra en modo acústico para mostrar sus habilidades, aunque flaquea de voz notablemente al terminar entre sus propias risas y las del público, que lo aplaude tímidamente. A continuación arranca el brutal solo de guitarra de Ben Bruce que da paso a “Moving On”, la balada de la noche y uno de los mejores temas que ha parido la formación británica. Tanto es así que público y banda realizan comunión formando corazones con las manos en el tramo final de la canción.
Durante el siguiente acto, con los miembros de la banda más centrados, un sujetador sobrevuela las primeras filas y aterriza en los brazos del Worsnop, quien mira sorprendido la descomunal talla de la prenda (y posiblemente imaginando que alguna de las allí congregadas se lo habría robado a su madre) en lo que no duda en colgarla en lo alto del pie de micro, ¡por adornar!
Entre canciones se toman tiempo para compartir diálogos entre ellos y soltar carcajadas exageradamente fingidas con chistes que poca gente (en apariencia, nadie) parece entender, salvo cuando entonan una pregunta que todos contestan sin pensar “YES”. En medio de sus descansos se atreven incluso a parafrasear el estribillo de “Gettin' Jiggy Wit It”, de Will Smith, unos pocos lo tararean, otros ponen cara WTF. No es hasta que lanzan acordes graves de bajo cuando la gente parece reaccionar a estos largos paréntesis, pero enseguida cesan para continuar con las carcajadas provocadas entre ellos mientras ponen voces graves y falsetes, que es cuando la gente parece reírse (¿por algo gracioso?). Por suerte “The Road” y “A Prophecy” devuelven el ánimo que incomprensiblemente habían interrumpido.
Durante el concierto se vislumbran chicas a hombros y muchas quinceañeras que han acudido con sus padres que avanzan hasta primera fila en el lugar que antes ocupaba la prensa. Todas y todos quieren alcanzar a sus ídolos extendiendo vagamente el brazo mientras intentan no ser engullidos por la multitud.
Pese al excelente apartado técnico de la sala, no pudieron disimular ciertos fallos tanto en la voz (Danny parecía no sostener bien los tonos largos) como alguna guitarra que no sonaba como debía. Si a todo esto le añadimos los largos prolegómenos entre canciones y que había mucha menos energía con más espacio del que necesitaban, Asking Alexandria gozaron del beneplácito de sus fans incluso siendo los más sosos sobre el escenario. Una actuación que rozaba el aprobado en comparación con las anteriores y que se extendió más de lo debido, con apenas el doble de canciones que los primeros y cuatro más que los segundos, duraron el triple de tiempo. Aún con todo, no eximió a los británicos de ser aplaudidos (los que más) con cada canción que se sucedió durante la noche.
SETLIST: 1. WELCOME ★ 2. DEAR INSANITY ★ 3. TO THE STAGE ★ 4. SOMEONE, SOMEWHERE ★ 5. RUN FREE ★ 6. THE DEATH OF ME (ROCK MIX) ★ 7. MOVING ON ★ 8. THE ROAD ★ 9. A PROPHECY ★ 10. NOT THE AMERICAN AVERAGE ★ 11. THE FINAL EPISODE (LET'S CHANGE THE CHANNEL) ★ 12. A SINGLE MOMENT OF SINCERITY
El segundo asalto del Route Resurrection en una sala diferente a la anterior y después del éxito cosechado entonces supuso un acierto para deleite de los que allí se congregaron (nuevamente) en lunes. Mismo emplazamiento que recibirá a Trivium el próximo 18 de marzo y que, por lo demostrado hasta ahora, la organización no parece que vaya a bajar el listón en su ánimo de llevar el metal por nuestra geografía.
Fotos y Texto: Julio Gómez
Álbum completo en Flickr.
Promo: Resurrection Fest
Próximas fechas en Madrid. Más info en la web oficial.