SÖBER feat. OCAS (Orquesta de Cámara de Siero)
Sábado, 24-feb-2018. Palacio Municipal de Congresos de Campo de las Naciones, Madrid.
Hace escasos meses que el grupo madrileño Sôber, uno de nuestros referentes musicales del rock patrio, anunció el que probablemente haya supuesto su proyecto más ambicioso: la adaptación orquestal de Paradÿsso (2002), uno de los álbumes más importantes —si no el que más— de la formación encabezada por los hermanos Escobedo. Esta revisión quedó enmarcada dentro de la celebración del 25 aniversario de dicho LP, la cual vendrá cargada de varias presentaciones con orquesta adaptando los distintos cortes del disco. Con fechas todavía por confirmar, Madrid fue la primera parada de este proyecto, su prueba de fuego. De la que ya adelantamos les hizo salir por la puerta grande.
El recinto elegido para la ocasión fue realmente atípico: se trataba del Palacio Municipal de Congresos de Madrid, situado en Campo de las Naciones. Ya sólo con esa elección, estaba claro que no iba a ser un concierto típico de Sôber. La actuación en sí arrancó sobre las 21:15, pero hacía una hora aproximadamente que ya estaba entrando el personal, ocupando de manera muy ordenada las butacas y palcos asignados. A la entrada, los asistentes se encontraron con un escenario lleno de instrumentos, partituras y tres pantallas enormes cuyo suelo estaba plagado de pétalos de rosas: los fans más ávidos se dieron cuenta de que se trataba de una referencia al videoclip de "Arrepentido". Estaba claro que no habría hueco a la improvisación, cada acto del espectáculo estuvo medido al milímetro.
En cuanto a la asistencia, probablemente fue uno de los públicos más heterogéneos que hayamos presenciado: desde familias al completo, parejas, grupos de amigos de todas las edades... Huelga decir que Sôber ha sido una de esas bandas que, sin ser de la quinta de Obús, Barón Rojo, etcétera, ha logrado trascender generaciones y calar en un público de gustos muy variados gracias a su particular estilo. Llegado el momento, las luces se apagaron. Los miembros de la OCAS —siglas de la Orquesta de Cámara de Siero, banda sinfónica de Oviedo que los madrileños escogieron para esta adaptación— fueron bajando en ordenadas filas a través de las escaleras que atravesaban las butacas y que conducían al escenario. Todos ellos iban encapuchados con togas negras y con la cabeza baja. El punto de solemnidad estaba servido. Nos encontramos en un teatro: ahora las reglas son nuevas y hay que respetarlas, por lo tanto, había una cuarta pared que pedía a gritos romperse.
Bajo la batuta del director de orquesta Manuel Paz, los músicos encapuchados tomaron asiento mientras sonaba la intro de rigor con una locución que reproducía letras de temas clave de Sôber, así como títulos de los mismos, apoyados por las imágenes de una construcción de corte gótico. Saliron entonces a escena el batería Manuel Reyes, los guitarristas Jorge Escobedo y Antonio Bernardini, y el bajista y voz cantante Carlos Escobedo para acometer "Una Vida por Exprimir". Este es uno de los cortes más complejos y con más propensión a una adaptación sinfónica de toda la discografía de la banda (sobre todo la parte de su interludio), procedente de Superbia (2011). Desde su comienzo, el sonido tuvo que asentarse poco a poco para que cada elemento en escena se escuchase con completa claridad, pero lo terminaron consiguiendo: la ecualización fue de 10, los elementos más heavies no tapaban a los orquestales y viceversa. La batería de Manuel sonaba con una nitidez alucinante, mientras que las guitarras no ensombrecían las partes reservadas a los conjuntos de cuerda. La idea de la banda era que la orquesta completara cada uno de los emblemáticos temas. En el que nos ocupa, lo consiguieron.
La siguiente en sonar fue "Animal", dando comienzo al repaso de Paradÿso, el cual continuó con "Reencuentro" y quedó brevemente interrumpido con "Blancanieve", uno de los clásicos de Letargo (2014). Las pantallas se tornaron de blanco con un bosque nevado como fondo de la canción. En este bloque, la orquesta estuvo algo más supeditada al trabajo de las guitarras, lo que suele ser habitual cuando un grupo de metal trabaja con bandas sinfónicas. Sin embargo, es un gustazo detenerse a reparar en detalles particulares, arreglos sonoros que apoyan a los riffs principales y nuevas líneas melódicas donde antes no había. Sin duda, un gran trabajo de simbiosis por ambas partes que iba enriqueciéndose con el avance de la actuación.
Se vuelve a retomar Paradÿsso con "Eternidad" y "Lejos". "Náufrago", de Superbia, hace que la orquesta lo ponga por las nubes con su tono baladístico, amén de la trabajadísima voz de Carlos, quien cedió al público algunos de sus versos. Después sonó "Cápsula", seguida de "El Viaje", otro hermosísimo corte con el que ocurrió la misma simbiosis entre las líneas orquestales y sentimiento de la banda, haciendo que quedase más completo que nunca. "Hemoglobina" tiñó las pantallas (y su reflejo sobre el escenario) de color rojo. Uno de esos clásicos que no podían faltar fue "Hombre de Hielo", de Reddo (2014), cantada y coreada hasta la extenuación. Finalizó este bloque con otros dos clasicazos: "Vacío", de Synthesis (2001) y, cómo no, la potente e infaltable (ahora más que nunca) "Paradÿsso" para poner un punto y aparte.
Todos los músicos abandonaron momentáneamente el escenario, volviendo ante la aclamación del público para interpretar la primera tanda de bises, iniciada por la cálida "Estrella Polar", de Vulcano (2016). Carlos procedió a romper la cuarta pared que establecieron desde el comienzo, dejando su bajo e interpretando directamente entre el público. Ahora sí quedó plenamente completado: sus líneas originales de piano y violonchelo se vieron ampliadas por una orquesta al completo, otorgando al tema la dimensión que se merece. Jorge también aprovechó para mezclarse entre los asistentes mientras tocaba, despertando la sorpresa de los mismos. Este bloque acabó con "No Perdones" y "Arrepentido", otra muy esperada. Con motivos religiosos proyectados por las pantallas y toda la orquesta siguiendo las líneas de voz del estribillo.
De nuevo los músicos dejaron el escenario, pero todavía quedaba algo: un segundo bloque de bises que formaron "Superbia", "Mis Cenizas", y la imprescindible "Diez Años". "Superbia" es de esos temas cuya adaptación orquestal era prácticamente obligada, aunque era la oportunidad perfecta para que la banda utilizase coros reales en lugar de samplear los del original. Sea como fuere, fue interpretado con una contundencia enorme y los gritos del público canturreando el emotivo final de "Diez Años" se debieron de escuchar por todo Madrid. Culmen de una puesta en escena labrada y cuidada al detalle.
Puede que el fan más veterano quedase con la curiosidad de saber cómo sonarían otros temas legendarios como "Encadenado", "Sombras" o "La Nube" con una orquesta detrás. Pero la banda prometió una nueva forma de disfrutar de Sôber y los madrileños cumplieron con creces. La esencia es la misma (el 90% de los temas eran previsibles: si algo funciona, ¿por qué cambiar?), pero con metodología diametralmente distinta. Además, Carlos instó constantemente al público a ponerse en pie y hubo tiempo para homenajear a Alberto Madrid, ex-batería que grabó los primeros álbumes de la banda (incluyendo el propio Paradÿsso) y que falleció en un trágico accidente de tráfico en 2006. Por último, nos gustaría dar las gracias a Asalto Sonoro, cuya organización permitió elevar el trabajo de una de nuestras formaciones claves a la máxima potencia.
SETLIST: 01. Una Vida por Exprimir / 02. Animal / 03. Reencuentro / 04. Blancanieve / 05. Eternidad / 06. Lejos / 07. Náufrago / 08. Cápsula / 09. El Viaje / 10. Hemoglobina / 11. Hombre de Hielo / 12. Vacío / 13. Paradysso / BIS (1): 14. Estrella Polar / 15. No Perdones / 16. Arrepentido / BIS (2): 17. Superbia / 18. Mis Cenizas / 19. Diez Años.
Texto y fotos: Javi García. Álbum completo en Flickr.
Promotora: Asalto Sonoro.