Es triste comenzar las primeras líneas de este post tras conocer la muerte de uno de los mayores iconos de la música. La luz de Prince se apagó repentinamente un 21 de abril de 2016, cuando se encontraba en su finca de Paisley Park, Minnesota.
Nacido el 7 de junio de 1958, Prince Rogers Nelson, hijo de músicos (su madre era cantante y su padre pianista), heredó el piano de su padre tras su divorcio, lo que le llevó a dominar una veintena de instrumentos a temprana edad. Arrancó su carrera musical en los años 70, pero fue en 1984 cuando "Purple Rain" lo consagró mundialmente.
Tráiler de Purple Rain (1984)
Su figura no estuvo exenta de la polémica, pues tuvo sus litigios con su discográfica Warner (por la que se tatuó el emblema "esclavo" en la mejilla), era también conocido por su metro cincuenta y siete de poderosa estética o sus radicales cambios de nombre, tales como El Símbolo (del amor), aunque posteriormente relacionado como "el artista antes conocido como Prince".
Videoclip de "Cream", de su álbum Diamonds and Pearls (1991)
Camaleónico, visionario, excéntrico, reservado y controlador en la manera de enfocar su carrera artística, será siempre recordado por crear el sonido Minneapolis, caracterizado por las influencias del funk o el R&B en la concepción del pop. Éxitos como "Lets Go Crazy", "Kiss", "Cream", o "Peach" son ya clásicos de la cultura popular.
En 1989 compuso y produjo las canciones para la banda sonora de la película Batman, de Tim Burton (bien recuerdo a mi padre dibujando su caricatura para la revista Super Star caracterizado de Joker, tal y como aparece en el videoclip).
Tuvo apariciones estelares como en el intermedio de la Super Bowl de 2007. Su último trabajo fue HitnRun, que vio la luz en dos volúmenes durante 2015. Actualmente preparaba sus memorias, desgraciadamente no podremos disfrutar de ellas, pero sí de su música, eterna al igual que él.
Hasta siempre, genio.
Videoclip de "Partyman", de la BSO de Batman (1989)